Este 1º de mayo debemos estar más orgullosas que nunca de nuestra clase que siempre ha estado defendiendo los derechos para todas y todos. Las emigrantes hemos sufrido con especial crueldad las consecuencias de la crisis sociosanitaria en la que nos encontramos sumergidas y sin poder abrazar a las nuestras, incluso sin poder despedirnos de ellas, hemos trabajado en la primera línea de la lucha contra el COVID llevando a cabo aquellos trabajos (remunerados y no remunerados) esenciales para la supervivencia en las condiciones más precarias. Por otro lado, muchas de nosotras todavía vivimos esta situación sumergidas en la incertidumbre por haber perdido nuestro trabajo y/o viendo muy mermados nuestros ingresos.
Una de las lecciones que podemos sacar de esta desafortunada pandemia es la evidente falsedad del mantra, tantas veces repetido, de que es el capital quien general la riqueza.
Nada más lejos de la realidad, como pudimos ver en los meses de marzo y abril de 2020, cuando la mayor parte de la población estaba confinada sin salir de casa y sin trabajar, excepto los servicios esenciales, el PIB de toda Europa cayó a porcentajes nunca antes vistos desde la II Guerra Mundial, quien crea la riqueza y a quien le pertenece es a la clase trabajadora con su trabajo que es verdadero motor de la economía.
A esto hay que sumar que el sistema capitalista es insostenible como hemos podido comprobar. Han tenido que ser los Estados, quienes a través de los impuestos que pagamos han hecho trasvases ingentes de dinero a los accionistas mayoritarios de las grandes corporaciones para salvar a las mismas, y así, seguir manteniendo su riqueza intacta.
Ahora más que nunca, las trabajadoras y los trabajadores debemos seguir luchando por construir un modelo social y político basado en la solidaridad entre los pueblos y el internacionalismo que defienda nuestros intereses de clase.
¡Trabajadoras de todos los países, uníos!
¡Viva la lucha de la clase trabajadora!
¡Viva el 1º de Mayo!