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Golpes de Estado, ciudadanos del Reich y la ultraderecha alemana

12 de Enero de 2023

El pasado 7 de diciembre se produjo una de las mayores redadas de la Historia de la República Federal Alemana (RFA). El objetivo era desarticular una supuesta red de extrema derecha que planeaba un golpe de Estado. 25 personas fueron detenidas, una de ellas Italia y otra en Austria, aunque las autoridades alemanas sospechan que el número de integrantes de la red se acerca a los 50, con casi el triple de colaboradores. Entre 120 y 130 declaraciones prometiendo guardar silencio en caso de detención han sido halladas en el registro del domicilio del supuesto cabecilla del grupo. Los planes para ejecutar el golpe estarían, de acuerdo con el ministerio de interior, muy avanzados en el momento de las detenciones. Los supuestos golpistas habrían planeado un asalto al parlamento y sustituir al gobierno federal por uno de su propia designación. La jefatura y ministerios del gobierno golpista ya habían sido asignados. La red contaba con armas y habría adquirido teléfonos por satélite para coordinarse tras tomar el gobierno.

A la cabeza del intento de golpe de Estado se encontraba el aristócrata y empresario inmobiliario Heinrich XIII Prinz Reuß. Entre los demás arrestados hay militares retirados, incluyendo un miembro del comando de fuerzas especiales (KSK) del ejército federal, así como la ex-diputada y miembro del partido ultraderechista Alternativa por Alemania (AfD) Birguit Malsack-Winkemann, jueza en la ciudad de Berlín. Otro antiguo miembro de AfD, activo a nivel local en el Estado de Sajonia y también detenido, habría proporcionado armas sobre un club de tiro.

La supuesta conspiración se atribuye a la escena de los “ciudadanos de Reich”, un fenómeno ideológico heterogéneo y de escasa cohesión que niega la legitimidad de la RFA. No es la primera vez que se desarticulan grupos conspirativos pertenecientes a este entorno. Si bien los casos conocidos hasta la fecha no habían alcanzado la magnitud ni el grado de preparación de la red desmantelada en diciembre, el episodio condensa los elementos característicos del fenómeno y de la ultraderecha alemana en general, observables con creciente frecuencia en la vida política del país.

Negacionismo histórico

El fenómeno de los “ciudadanos del Reich” entró en el radar de la opinión pública en 2016, cuando un hombre adscrito a esta ideología mató a un policía durante su detención por tenencia ilícita de armas. Los “ciudadanos de Reich” o “autogestores” no son un movimiento organizado, sino una amalgama de grupúsculos e individuos cuyo denominador común es que no reconocen la existencia de la RFA como estado legítimo. Para ello argumentan que la RFA es una creación de los vencedores de la II Guerra Mundial o una conspiración judeomasónica para someter a la población alemana. Consideran que esta no tiene la categoría jurídica de Estado, llegando en casos a defender que la RFA es formalmente una Sociedad Limitada. Estas tesis, defendidas con argumentos pseudojurídicos y pseudohistóricos, los llevan a rechazar también la documentación federal, creando ellos sus propios pasaportes e incluso monedas propias de un Reich alemán ficticio.

Sin embargo, los ciudadanos del Reich no están organizados en una estructura política única, por lo que en el movimiento existen distintas visiones de lo que consideran el “auténtico Reich”, muchas veces contrapuestas. Estas varían desde la restauración de la monarquía anterior a 1919 hasta pequeñas monarquías propias pasando por el III Reich o aspiraciones separatistas como las promovidas por los Sajones Libres “(Freie Sachsen) en el este del país.

El ministerio de Interior estima en más de 23000 personas los adscritos a la escena de los ciudadanos del Reich. Cerca de 2000 de ellos son potencialmente violentos.

Ultraderechistas en el ejército

Aunque no necesariamente en relación con los “ciudadanos del Reich”, en los últimos años han salido a la luz numerosos casos de simpatizantes de la extrema derecha dentro de las fuerzas armadas. En su mayoría se trata de soldados individuales o pequeños grupos, el caso más notorio en este aspecto es el KSK.

En 2020 el ministerio de Defensa disolvió una unidad de las fuerzas especiales por la extensión de tendencias ultraderechistas entre sus miembros. Las manifestaciones de estas oscilan desde chats en los que organizaban el “Día X”, término usado por los “ciudadanos del Reich” para referirse al derrocamiento de la RFA, hasta robos de munición y armas por parte de soldados, o listas negras. Uno de los ex-oficiales detenidos en diciembre era encargado de reclutar soldados afines entre miembros retirados del KSK y los paracaidistas. La frecuencia estos de casos ha llevado al gobierno federal a plantear la completa disolución de las fuerzas especiales al ser un riesgo para el propio Estado, aunque esta no se ha llegado a producir.

La pandemia, la calle y AfD

Aunque el movimiento de “ciudadanos del Reich” carece de estructura política organizada, activistas de la escena han destacado como promotores de las protestas contra las medidas sanitarias y contra la vacunación durante la pandemia. En ellas han convergido la extrema derecha parlamentaria (AfD) y extraparlamentaria, desde partidos neonazis a distintas teorías de la conspiración o simplemente ciudadanos descontentos con la política de la RFA. De hecho, la bandera del Reich (negra, blanca y roja) era un elemento habitual en estas protestas, en ocasiones junto a banderas rusas, norteamericanas e incluso arcoíris. Sin llegar a ser mayoritarias, estas protestas han sido capaces de movilizar a miles de personas y ponen de manifiesto el estado de la extrema derecha en el país. Numéricamente engloba a un porcentaje significativo, aunque minoritario de la población, suficiente para participar visiblemente en la vida pública pero actualmente incapaz de generar mayorías electorales. A esto contribuye el hasta ahora amplio consenso social y político para aislar políticamente y en los medios a AfD y a la ultraderecha, así como los decrecientes resultados electorales de la formación. A la vez, su heterogeneidad da lugar a luchas internas y desavenencias constantes dentro en el partido.

En relación con el supuesto grupo golpista, tras una primera condena oficial, la reacción de AfD ha sido la de ridiculizar la redada. Junto al desdeño a lo que denominan un “golpe de estado con andador”, dado que la mayoría de los detenidos están jubilados, especulan que la conspiración misma es un montaje diseñado para desacreditarlos y “reprimirlos” a ellos y a la “oposición” de extrema derecha. El partido ha solicitado una comisión parlamentaria para esclarecer lo que ellos consideran una escenificación exagerada. Con su ambigüedad, AfD contribuye a hacer los límites entre “ciudadanos del Reich”, movimientos fascistas, trumpismo, descontento de derechas o nuevas teorías de la conspiración cada vez más difusos. El resultado es una ultraderecha minoritaria pero activa, potencialmente violenta y polifacética.

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