El gobierno conservador de Rishi Sunak en el Reino Unido aprobó el 20 de julio la fase final de una nueva ley que pretende restringir todavía más el ya muy asfixiado derecho a convocar y hacer huelga en este país.
Fotografía tomada durante una de las huelgas de educación en escocia en 2023.
2022 y lo que llevamos de 2023 están siendo unos años de lucha sindical muy activa en todos los sectores profesionales, pero sobre todo en el sector público. Distintos colectivos de trabajadoras de correos (Royal Mail), de la sanidad pública (NHS), del sistema educativo (en todas sus etapas) y del transporte se han movilizado repetidas veces a lo largo de este periodo para conseguir aumentos salariales acordes con el coste de la vida, defender pensiones dignas, evitar recortes, despidos y reestructuraciones innecesarias, todas motivadas por la codicia y el objetivo insaciable de incrementar beneficios o de mercantilizar los servicios públicos. La “crisis del coste de la vida” (Cost of living crisis) es la responsable de que se haya reducido drásticamente el poder adquisitivo de quienes utilizan su fuerza/capacidad de trabajo para ganarse la vida. Eso es lo que falsamente repiten hasta la saciedad todos los medios de propaganda del régimen - sí, como el caso de España, UK es un reino y hay un rey elegido por gracia divina -, incluyendo la BBC.
Es cierto que, durante la pandemia, el Estado hizo un esfuerzo destinando recursos para atender a las víctimas, poner en marcha los programas de vacunación y mitigar el impacto económico durante los períodos de confinamiento, sobre todo en las cuentas de las grandes compañías que controlan el país. Sin embargo, es precisamente a las trabajadoras de los sectores más expuestos al riesgo de infección (salud, alimentación, logística y educación) a quienes ahora la clase dominante ningunea desoyendo sus reclamaciones, y exige más sacrificios. Este es, sin duda, un factor que ha contribuido a encender los ánimos y a movilizarse; sobre todo, cuando todavía están muy presentes en la memoria colectiva las sucesivas mentiras de Boris Johnson sobre las fiestas con sus colegas del Partido Conservador en el gobierno, mientras llamaban a la disciplina y el sentido de la responsabilidad social.
La inflación y la subida de los precios de la energía también han sido utilizadas constantemente por la clase dirigente para justificar el deterioro de las condiciones de vida de las clases populares, todavía más deterioradas si se trata de mujeres e inmigrantes. De nuevo el Dios Mercado haciendo de las suyas, inescrutables sus caminos hacia la salud económica universal y la Libertad - así, con mayúsculas.
Lo que ocultan es que este país cuenta con reservas de petróleo en el Mar del Norte y otras fuentes de energía, explotadas por compañías privadas, que deberían ser puestas al servicio del pueblo, para que nadie pase frío en invierno o termine por contraer enormes deudas. Puede que estas no sean suficientes, pero también se oculta el impacto nefasto de las sanciones a la exportación del gas ruso, con motivo de la guerra entre Rusia y Ucrania, en la que el Reino Unido participa como parte beligerante, al amparo de la OTAN.
En cualquier caso, la convocatoria de huelgas sucesiva puede calificarse de histórica, teniendo en cuenta la ya existente legislación antisindical heredada de la época del gobierno de Margaret Thatcher. Recordemos que en Reino Unido es ilegal secundar una huelga si no se es miembro del sindicato que la convoca; y que estos solamente pueden convocarlas legalmente mediante una consulta que así lo apruebe por mayoría en todo el territorio de las diferentes nacionalidades donde operen (Escocia, Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte). Y tanto ahora como en el futuro próximo se prevén nuevas movilizaciones. Es en este contexto, y a pesar de que los logros de las huelgas han sido más bien modestos, considerando que en muchos casos terminaron con acuerdos de tímidas subidas salariales, donde no se ha hecho esperar la reacción conservadora.
Los puntos principales de nueva la ley de servicios mínimos
Según el gobierno británico, la nueva ley obligará a ocho sectores estratégicos de la economía, como el sistema de salud, el sistema educativo, el sistema ferroviario y el servicio de bomberos a ofrecer servicios mínimos. Bajo la nueva ley, durante los días previos a cualquier huelga, los empleadores podrán notificar a los sindicatos la necesidad de garantizar el cumplimiento de servicios mínimos. Por ejemplo, los avisos que darán los empleadores a los sindicatos y a los empleados tras un supuesto proceso de consulta indicarán qué trabajadores tendrán que asistir a su puesto de trabajo, y el tipo de trabajo específico que será necesario llevar a cabo durante la huelga para mantener los servicios mínimos.
Con esta nueva ley, incluso si los sindicatos toman medidas para garantizar los servicios mínimos, y los empleadores sufren pérdidas, los empleadores podrían calcular el coste de estas para pedir una indemnización que tendrán que pagar los sindicatos por “daños y perjuicios”.
Conclusiones
Por esta razón, la Confederación de Sindicatos (TUC - Trade Union Congress) ha puesto en marcha una campaña de petición de firmas para defender el derecho a la huelga (Protect the right to strike) en la que su secretario general, Paul Nowack afirmaba que con esta ley “cuando las trabajadoras voten democráticamente su derecho a hacer huelga, éstas podrán ser obligadas a trabajar, y despedidas si no lo hacen”.
Pero, ¿tienen realmente los sindicatos capacidad para confrontar los intereses de las clases dominantes en los países capitalistas? ¿Pueden combatir el impacto de su codicia sobre las condiciones de vida de la clase trabajadora? Los sindicatos tienen una capacidad muy limitada para luchar contra la injusticia social, todavía más si se trata de organizaciones del ramo (por sectores profesionales) como en Reino Unido, donde la conciencia de clase es casi inexistente. Además, los sindicatos también son parte del sistema, y como apuntaba Rosa Luxemburgo en Reforma o revolución, contribuyen a sostenerlo, e incluso pueden llegar a contener avances revolucionarios. En Gran Bretaña, el núcleo del PCE en el Exterior, pensamos que lo mismo sucede con los partidos -o coaliciones- de la tercera vía, que legitiman la existencia del sistema y apuestan por su transformación progresiva, abandonando el discurso de la oposición entre clases.
¿Qué hacer, entonces? La militancia del PCE-GB llama a la clase trabajadora residente en el país, independientemente de su origen, a formar parte de los sindicatos, participar en sus actividades y movilizaciones, y a contribuir a su rearme ideológico. Por supuesto. Pero sobre todo a tomar Partido en una organización marxista-leninista para derrocar el sistema capitalista como única solución para defender los intereses de la clase trabajadora. El Núcleo del PCE en Gran Bretaña siempre estará al servicio de esta, de la inmigración española y por la construcción del socialismo de la mano del Communist Party of Britain (CPB) y otros partidos hermanos.
PCE - Núcleo Gran Bretaña.
Fuentes:
https://www.gov.uk/government/news/strikes-bill-becomes-law
https://www.megaphone.org.uk/petitions/protect-the-right-to-strike
Strikes (Minimum Service Levels) Act 2023 - Parliamentary Bills - UK Parliament
Luxemburgo, Rosa. Reforma o revolución. Ed. Diario Público. 2009.