El verano comenzó en España con una ola de protestas en diferentes puntos del País por parte de vecinos y vecinas hartos de lo que supone el turismo para su día a día y en especial con lo que este modelo trae a muchos lugares de nuestra geografía. Precariedad laboral, imposibilidad de acceso a la vivienda, presión insostenible sobre los ecosistemas, superpoblación de localidades, etc. A ello hay que sumarle la realidad que el Cambio Climático ya ha traído a nuestro País. Olas de calor, fenómenos devastadores como el de la Dana en Mallorca (que como ya han señalado los expertos, es ya una realidad recurrente). El aumento de temperaturas en el Mediterráneo es un hecho y es ya a día de hoy un problema de gran magnitud (1). Así lo son también las sequías (cada vez más frecuentes y severas) y los incendios. Es alarmante ver cómo, además dentro del sector turístico hay empresarios que suman a sus prácticas el robo de agua de los acuíferos, agua a la que no tienen derecho y agua que sirve para regar campos de golf en lugares cómo Murcia (2). Sin otro fin que el de atraer turismo del Norte de Europa deseoso de Sol y partidas de golf. Además, como hemos señalado antes, la precariedad de los trabajos en el sector turístico es alarmante y se traduce en horas extra impagadas, jornadas de más de doce horas, trabajos sujetos a una fuerte temporalidad, etc. También existe la dificultad de estos trabajadores para sindicarse y luchar por sus derechos.
El turismo se celebra y se promueve, es fuente de “alegría”. La afluencia turistica ya llega a límites previos a la pandemia y su impacto en el PIB es más que notorio siendo el sector que más aporta a las arcas del Estado (3). La “turistificación” de ciudades, pueblos y enclaves naturales es ya una realidad palpable en toda la geografía española. La perdida del tejido vecinal, el consumo de recursos hasta el límite, la supeditación del ritmo de una localidad a las demandas de un mercado que poco le importa el trabajador de a pie, poco le importa la gente que vive en aquellos lugares que escoge explotar. Con la entrada en la UE España se ha quedado prácticamente relegada a un país de prestación de servicios turísticos con un aflujo de más de 80 millones de turistas el pasado año. Al mismo tiempo se encuentra entre los diez países de Europa con más jóvenes universitarios, 48,7% de los estudiantes españoles de entre 25 y 34 años han completado sus estudios universitarios, pero nuestros jóvenes se ven obligados a emigrar o a realizar trabajos para los que están sobre-cualificados, lo que supone una pérdida incalculable de recursos (4).
El turismo es pan para hoy y hambre para mañana, bien lo pudimos ver durante la pandemia, dónde un pais cimentado en el sector servicios necesitó la intervención de Europa para poder mantener a su población durante los meses duros de la pandemia y los posteriores momentos a los confinamientos.
Creemos pues que es necesario preparar al país para lo que viene, ser claros y explicar a la población que está pasando y en que situación se encuentra nuestro País. También es necesario replantearse que sectores hace falta impulsar sobre el turismo (5). Además, de dar solución de manera inmediata al grave problema de vivienda que se deriva de las políticas actuales en esta materia y proteger aquellos espacios naturales más castigados, incluidos los acuíferos o lugares cómo Doñana. Es necesario reconocer y explicar que supone el cambio climático para un país como España. Las políticas económicas más conscientes y consecuentes para enfrentar este problema no van a venir de un capitalismo verde, ya que la esencia sigue siendo la misma. Beneficio privado a costa de la explotación de la clase trabajadora, explotación de ecosistemas y de recursos y un autentico desprecio por la vida.
(3) El turismo no frena: en 2024 crecerá un 5% y duplicará el avance del PIB en España (eldiario.es)
(4) España entra en el Top 10 europeo de países con más universitarios jóvenes
(5) ¿Qué aporta el turismo al PIB en España? (doblemente.com)